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jueves, 25 de septiembre de 2014

Para ___ :

Te lloro todos los días, en voz alta o en mi cabeza. No hay mañana que no me levante y te imagine cantando LMFAO para no quedarte dormida, pero no tengo forma de saber si ese sigue siendo tu despertador, ni siquiera si te sigues levantando con música.
Y tiene gracia, que sólo parezca que te oigo cuando el  Atlético de Madrid celebra una victoria, y escribir esto y saber que probablemente sólo tú podrías entenderlo. Igual que cualquier expresión que solía ser nuestra se me escapa, y me espero callada a que tu ausencia deje de asustarme. Como he puesto el ejemplo mil veces de una flor a la que le quitan el sol y vive, claro que vive, ¿cómo no va a vivir? pero triste. Y es que en lo más hondo de lo que sea que tenemos bajo el pecho, y en cada una de mis risas, todavía guardo un poquito de ti, y de tu eco, y de tus pecas, de tu talla 38 y de tu pelo al salir de la ducha. No sabes lo feliz que me hace ver como todas las ideas que sólo eran papel ahora las has hecho realidad, y cómo has seguido hacia delante sin detenerte. Y es que una vez alguien me dijo que para avanzar hay que dejar cosas atrás. ¿Pero y si eso que dejas atrás eran los pies que te guiaban? No sé. También me dijeron que los ‘y si’ eran situaciones hipotéticas que sólo existen en nuestra cabeza. ¿De verdad ya sólo estás ahí? Podría jurar, aunque ya sabes que no me gusta hacerlo, que a veces te siento aquí conmigo. Cuando algún sábado no puedo dormir y me cambio de cama, y lloro en alto, hasta mojar la almohada por los dos lados. Porque sé con certeza que me levantaré sola, y que nadie me despertará respirando alto por las noches. Porque aunque no lo parezca, estoy sola, más sola que nunca. ¿Cómo alguna vez alguien podría llegarte a sustituir?
Bueno, ¿qué más se dice en una carta que nadie va a leer? Que te quiero. Que no he querido a nadie nunca así en mi corta vida. Bueno, puede que a mi madre, pero supongo que ya sabes lo que quiero decir, como siempre has sabido. Puede que no lo creas, pero mi parte de la promesa sigue en pie y que no la he incumplido. Leída en voz alta parece lejana y de niñas de sexto de primaria, pero de alguna manera todavía lo somos. Ningún chico nos ha separado. Puede que haya sido la estupidez, el orgullo y el egoísmo, pero desde luego, y créeme cuando digo, que nadie nunca ha ido antes que tú (sólo mi madre y eso, ya sabes). Perdóname por guardar todos tus recuerdos bajo llave, he intentado verlos todos los días y pretender seguir indiferente, pero llegó un momento en el que todas tus cartas se me echaron encima y me ahogué en mi propio abismo. Y aun así sigue todo presente en cada cosa que hago. Qué tontería.
Y aún tengo la esperanza de que algún día nos encontremos, y nos volvamos a conocer. Tomemos un té, ahora que por fin me gusta, me enseñes la foto mía que sigues guardando en tu cartera y me cuentes cómo eres ahora, qué ha cambiado y si me has echado de menos.  Echado sin h, porque nos hemos ido. Así que mañana me despertaré, y esperaré con toda mi ansia que por fin sea ese día. Y me vuelvas a llamar, y lo que hay intranquilo dentro de mí por fin descanse.

PD: Si, Pereza siempre aflora los recuerdos. Puede que haya sido el compartir hasta el cepillo de dientes.