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jueves, 28 de marzo de 2013

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Él la mira, ella sonríe. Como todo, esto empieza poco a poco, pasan los días, pasan los meses, pasan los besos, pasan los enfados y hasta pasan las razones para seguir pensando con cordura.
Pasan los segundos en silencio, pasa un coche que rompe la monotonía.
-¿Si me tumbo ahora mismo en la carretera, acabaré muy manchado? Preguntó él con verdadera curiosidad.
-Probablemente, es una idea un tanto estúpida. Respondió ella con una sonrisa.

Dos firmes brazos rodearon una cintura y levantaron todo su peso durante apenas unos segundos, mientras el frío intentaba pasar entre un inocente beso y un te quiero.
Sólo necesito que me recuerdes de vez en cuando, que las decisiones ya han empezado a darme igual, que entre tus manos no existen las preocupaciones y que a veces las niñas buenas y pequeñas pueden enamorarse.
Gracias por confiar en mí, aunque ni yo misma lo haga

viernes, 22 de marzo de 2013

mi mundo empieza donde lo hacen tus pestañas


No dejes el peso de una decisión sobre mis hombros cielo, sabes que no podré sujetarla.
Tampoco quiero que esté sobre los tuyos, porque se caerá, quiero que la tires, que te des la vuelta y que olvides que está ahí.
Tomar decisiones  sólo sirve para cerrar puertas con pestillo, candado y ahogarse en uno mismo.
Lo único que sé tomar es de la mano, para no olvidarme de qué se siente cuando tu piel está cerca. Que claves tu ojos en los míos para recordar qué mundo se me aparece a menos de medio metro y unos cuantos centímetros más arriba. Que de tu voz no salga lo que no quiero oir, no necesito que retumben tus palabras en mi cabeza si con tus caricias me basta.
Que si no recuerdo lo que llevabas ayer, es porque estaba más pendiente de perderme cerca de ti y no de tus ridículas necesidades de humano rebelde.
Que si no sé sujetar decisiones es porque lo único que recuerdo es que una vez  lloré y maldije, y que aquella noche envejecí.

lunes, 11 de marzo de 2013

down by the water


Me siento de todo menos segura, y esa es la única estabilidad que puedo darte.
Siento no colgar de ninguna cuerda floja, porque nada ha sido capaz de sujetarme, siento que quisieras rellenar un calendario y apenas hayas conseguido dos lunas llenas; ¿prefieres que el cielo se oscurezca diez meses o ver la luna una vez más? Quizá la luna se ha apagado y prefiere aullar. Quizá si no quiero salir de mi cuarto ni de mi mente es para no enfrentarme a nada, y tener que hacerlo siempre igual, sin cambios, sin imprevistos. Quizá es porque me resulte imposible complacer a otra persona cuando ni siquiera aguanto la mía.  Quizá no quiero que nada ni nadie venga a buscarme a dondequiera que yo esté. Lo único que sé con certeza, es que seguiré contando historias alrededor de tu cuello y estrellas de cada cielo bajo el que nos encontremos, hasta que me des los buenos días, hasta que el lobo encuentre manada, o hasta nunca.
Tú no decides, pero yo tampoco.