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domingo, 27 de enero de 2013

my whole moon

Aquella mañana ganamos hasta al sol, no supo correr más deprisa que nosotros.
Aún guardo el calor debajo de las sábanas y el sudor en mi piel. Aún conservo las caricias y los suspiros y cada noche los revivo en mi cabeza, como si nunca se hubieran extinguido.
Sigue siendo un frío y duro invierno, los pájaros no cantan por las mañanas y el sol no se despide por las noches, pero me sonríes y lo prefiero mil veces más, que no cambio un segundo a tu lado por nada.
Las lágrimas no cesan y los problemas persisten, pero tu presencia es suficiente para interrumpir mis pensamientos a lo largo de todo el día.
Odio no controlar absolutamente nada de lo que pasa por mi cuerpo, pero aún así te lo agradezco.
Gracias por aguantar lo inaguantable, a mí, a mis tonterías y a mis absurdas preocupaciones.
Gracias por dejarte querer y recordarme que tú también lo haces. Gracias por mirarme con los mismos ojos todos los días. Pero sobre todo gracias por no morderte los labios, que de eso si no te importa, ya me encargo yo.

lunes, 7 de enero de 2013

sin humo de ti

Si no escribo no es porque todo vaya bien, es porque nada va mal.
Puede que tenga mil pensamientos rondándome la cabeza, pero a las dos de la mañana, cuando mis ojos se cansan y el sueño me llama, resalta uno. 
No es que todo vaya bien, es que nada va lo suficientemente mal. No es que no la cague y haga cosas de las que luego me arrepiento profundamente, no es que no me digan palabras que preferiría no haber escuchado y olvidado los labios de quien salieron.
No es que no tenga ganas de levantarme porque tengo que aguantar un día más, escuchando más quejas exteriores que interiores, afrontando más cosas de las que me gustaría y siendo impotente una vez más.
No es que no tenga ganas de saludarte, es que luego no sabré como empezar a despedirte. No es que no quiera estar cerca de ti, es que no tendré voluntad para alejarme después. 
No es que todo vaya bien, es que nada va lo suficientemente mal, aún.