Seguidores

lunes, 26 de noviembre de 2012

you were cold as the blood through your bones


Lo sé perfectamente, sé que ni caminamos, ni caminaremos nunca en la misma dirección. Sé perfectamente, que cada uno tenemos nuestro propio mundo, y que no lo cambiaríamos por nada.
Pero lo siento, siento ser tan débil, y darme cuenta tan poco a poco, que mi cabeza gira en torno a ti durante absolutamente todo el día.
Siento no decirte que te adoro a ti, a tus ojos y a tu sonrisa, que adoro que me pidas que me quede contigo cuando no puedes dormir, adoro que te desesperes cuando no contesto enseguida a tus mensajes, adoro que te pongas celoso y demuestres al mundo que soy sólo tuya, adoro que compartas únicamente conmigo todo lo que eres y has sido, adoro que me digas que darías cualquier cosa por estar en este momento conmigo, por estar dentro de mi cama acariciándome y jugando con mi pelo, adoro que me conozcas mejor que yo misma. Adoro que me hagas reír como nadie, adoro que me mires con ganas de comerme, adoro que me hagas de rabiar, adoro que seas tan arrogante y presumido sólo porque te gusta verme sonreír.
Que te adoro a ti y a tus complejos, pero adoro aún más la deliciosa idea de pasar los días dentro de mi cama, sobre tu pecho, viendo el humo salir de tus labios y el aire de tus pulmones, mientras me susurras, que lo mejor que pudiste hacer aquel día, fue conocerme.


jueves, 8 de noviembre de 2012

Hasta donde me llevaste.


Llevaba toda la mañana con una sensación rara entre pecho y corazón, nunca he tenido un sexto sentido, pero son esas pequeñas cosas que las mujeres notamos con antelación.
Le saludé y besé como de costumbre, él se notaba distante, intentó sonreír para que yo no lo notara, pero fue completa y absolutamente inútil, le conocía tan bien...
Pasaron las horas y los retortijones se fueron apaciguando, me tranquilicé, pero acto seguido comprobé que su rostro estaba sereno,impasible y sin el más mínimo rastro de compasión.
Ya era hora de irme, así que me despedí y cuando estaba girando el pomo de la puerta, me detuve. No fue ni él, ni nadie, simplemente sabía que tenía que darme la vuelta y así lo hice.
Estábamos frente a frente, él mantenía la mirada baja, se me aceleraron las pulsaciones y un profundo agujero negro se abrió paso en mi pecho.
Comenzó lentamente a decir lo que yo ya sabía, lo que había estado rondando por su cabeza todo el día.
Maldije el día en que nos conocimos, le maldije a él, me maldije a mí, maldije esa canción, maldije cada momento a su lado, lo maldije todo y no me arrepiento.
Me clavé en mi sitio dispuesta a que levantara la mirada y acabara como habíamos empezado, mirándonos a los ojos.
Así lo hizo.
Fijó su penetrante mirada en mí y me dejó leer todo lo que llevaba dentro.
Sus labios dijeron ``ya no te quiero´´, pero me conozco perfectamente cada detalle de sus ojos marrones, y sé a ciencia cierta, que ellos expresaban lo contrario.