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sábado, 7 de julio de 2012

Creer que no puedes caer

Él la mira, ella sonríe.
Como todo, esto empieza poco a poco.
La desesperación, la obsesión, el saber que ya no te quiere, que ya no le preocupa lo que hagas, lo que sientas, que ya no eres la parte más importante de su vida, lo que le daba fuerzas para levantarse y seguir cada día.
Que todo esto ha empezado como cualquier otra cosa, así, de un soplo, sin planearlo, sin verlo venir.
Un mal día dices algo que no tendrías que haber dicho, que no sentías de verdad, y todo se va a la mierda.
Cierras los ojos, escuchas esa canción y le imaginas justo delante de ti, sonríes, huele a él. Entrelaza sus manos con las tuyas y te atrae hacia él lentamente, acerca sus labios a los tuyos y te besa, lentamente, como sólo él sabe hacerlo, de la única manera en la que te hace sentir como una estúpida princesa de cuento.
Pero la canción se acaba, el tiempo pasa, él te olvida y lo único, lo único que no cambia, es que tus ojos siguen cerrados, porque ni quieres, ni vas a dejar que nadie nunca jamás los vuelva a abrir.